En uno de mis podcasts favoritos usaron la palabra “gótico” para describir este libro, lo que me dijo que tenía que leerlo de todas maneras. ¿Por qué? Porque AMO el gótico en todas sus formas, pero normalmente tiendo a leer literatura gótica en inglés. Una versión sudamericana me pareció una idea interesante y mi amor por el terror fue más fuerte que todos los libros que tengo pendientes. Upsi.tenor

Es difícil escribir sobre colecciones de cuentos porque es muy raro encontrar una en la que todos los cuentos sean del mismo nivel. Normalmente varían bastante. En Las cosas que perdimos en el fuego, los doce cuentos son en general bastante fuertes: algunos me gustaron más, otros menos. Pero todos me dejaron con ganas de seguir leyendo, de ver qué más había. El ambiente es una Argentina urbana, que a pesar de que no la conozco demasiado bien, se me hace familiar. Es por eso mismo que la oscuridad de la que escribe Mariana Enríquez se me hace levemente familiar.3bf4225355651b304eb4d354b55b65bc7cf09493

El  horror que se maneja en estas historias no es el horror convencional, de sangre y violencia. No hay mansiones embrujadas, ni monstruos. O al menos, no aparecen directamente. Mariana Enríquez se maneja con un sentido del terror que se parece más bien a Shirley Jackson (de la que hablaremos la próxima semana, en este mismo canal). Es un terror que se maneja desde el silencio, desde el no contar todo. Es un horror de lo no dicho, de lo que está entre líneas.

Que es mi tipo preferido de terror, dicho sea de paso. En las películas de terror siempre me asustan más las que son de terror más bien psicológico, más que los jump scares y el gore. Estos cuentos apuntan a eso, y el ambiente normal que tienen todos al principio ayudan a marcar mejor el lado oscuro de este mundo. La normalidad es el contraste de la oscuridad que termina por impregnar todo.

AVISO: Aquí hay spoilers. El que avisa no es traidor.

spoilers-gif-21

Voy a hablar brevemente de dos cuentos. El primero es “El niño sucio”, que es el cuento que abre esta colección. La narradora es una mujer de clase media que vive en una casa en un barrio peligroso en Buenos Aires, que entabla una amistad con un niño sin casa. Ella está aislada del resto de lo que sería su círculo social, y se relaciona con otras personas que se encuentran en los márgenes, como una peluquera trans que parece ser su amiga más cercana. La narradora se mueve entre los mundos, pero sin pertenecer completamente a ninguno de ellos. Cuando encuentran a un niño asesinado de forma horrible en el barrio y el niño desaparece de su esquina, la narradora empieza a cuestionarse la realidad en la que vive. Una vez más, el terror viene de lo que se sugiere. No sabemos qué fue exactamente lo que pasó con el niño asesinado, pero las alternativas van desde un sacrificio ritual hasta la violencia del narcotráfico. Lo sobrenatural es una sugerencia tan espantosa como la opción realista.

Con este cuento, Mariana Enríquez deja marcado el tono de la antología. Con el último cuento, “Las cosas que perdimos en el fuego”, cierra con el cuento que es probablemente el más realista de todos. Ante una serie de casos de hombres quemando mujeres, un grupo de mujeres deciden tomar el fuego con sus manos. Pero en lugar de dirigirlo hacia los hombres, como venganza, lo hacen contra ellas mismas. En vez de dejar esta decisión en las manos de los hombres, simplemente empiezan a auto inmolarse. Y cada vez van creciendo como grupo, haciéndose más grandes y poderosas, cuestionando la supremacía masculina y los cánones de belleza definidos por otros. Es un cuento intenso, que lleva a preguntarse a qué extremos podríamos llegar para defendernos del patriarcado. A diferencia de los demás cuentos, aquí no hay ningún elemento sobrenatural, ni siquiera sugerido. Sólo son mujeres que buscan reclamar algo que han perdido por años de violencia contra ellas. El horror aquí no viene de la mano de un posible asesinato ritual, o de una hostería embrujada. Viene de la realidad que es la violencia machista y de la desesperación que lleva a las mujeres a volcar la violencia hacia ellas mismas. Pero a diferencia de la violencia machista tradicional, estas mujeres crean una comunidad mediante estas inmolaciones: espacios para curar las heridas, discusiones acerca de la belleza y cómo se pueden cambiar los cánones. Sí, pierden cosas en el fuego, pero también ganan sororidad, comunidad y autodeterminación.

Sí, le he dado muchas vueltas a este cuento. De toda la colección, es el cuento que vuelve y vuelve a mi mente. Es fascinante y da la impresión de ser una narración colectiva, aunque la narradora usa la primera persona singular.

¿Recomiendo este libro? Por supuesto, es como si Angela Carter y Shirley Jackson hubieran escrito desde América Latina. Siniestro y con un mundo completamente reconocible a la vez.

tumblr_inline_nzjcuv3pnw1rgg4k4_500

Deja un comentario

Tendencias