Leí A Monster Calls hace casi dos años y todavía no supero la angustia con la que me dejó. De hecho, me acuerdo de haber terminado de leerlo en una sala de espera y tratando de no llorar en público porque una tiene una cierta dignidad ante la vida, ¿verdad? No resultó mucho, porque este libro es MUY triste. Muchísimo. De hecho, hasta ayer me había negado a ver la película porque me daba demasiada pena.

Pero aquí estamos, gente. Alerta de spoilers para la película y el libro (en realidad, es el mismo spoiler para los dos). Leer a discreción.

La historia de A Monster Calls es sobre Conor O’Malley, un niño de doce años que vive con su mamá enferma (que en la película se llama Elizabeth, Lizzie), que está empeorando cada vez más. Un día, Conor recibe la visita de un monstruo que le dice que le contará tres historias y que después Conor le tendrá que contar la suya y “decir la verdad”. Conor no entiende mucho, pero en realidad tiene otras cosas en las que pensar, porque su mamá está peor, su abuela se lo quiere llevar a vivir con ella y su papá viaja a verlos desde Estados Unidos. Es un novela relativamente corta (mi edición tiene 225, con márgenes grandes) pero muy intensa a nivel emocional.

La literatura infantil, además de entretención, también es lo que se dice una “experiencia vicaria” (bueno, si nos ponemos súper estrictos toda la literatura es una experiencia vicaria), lo que quiere decir que ayuda a los niños a vivir experiencias que no les han tocado. En el caso de este libro, la enfermedad grave de la mamá. Esto sirve para que los niños exploren las emociones y los temas de forma más segura y con cierta distancia, lo que en teoría los prepara a la hora de enfrentarse a estas experiencias (digo en teoría, porque en el caso de la muerte, creo que nadie nunca está completamente preparado).

Conor se pasa todo el libro lidiando con sus sentimientos acerca de la enfermedad de su mamá, que pasan de la negación, a la rabia y a la pena. Creo que una de las cosas que más me llegó es la relación con la abuela, que parece un poco fría hacia su nieto, pero que también está viviendo la agonía de su única hija (no hay tíos mencionados, así que supongo que Lizzie no tiene hermanos) y su propio duelo.

El monstruo, en el libro, es una especie de metáfora para el dolor de Conor y parece estar ahí para ayudarlo en su proceso. Las historias que le cuenta al niño son sobre la dualidad de la naturaleza humana y de la vida y Conor las encuentra extremadamente frustrantes, porque las resoluciones nunca son lo que él esperaba. De nuevo, así es la vida. Complicada, extraña y no tiene resolución narrativa. Lo que es un tema muy interesante para un libro de niños y este en particular creo que lo maneja bastante bien.

Dentro de todo, la adaptación al cine es muy correcta (dirigida por J.A. Bayona, 2016). En parte, posiblemente, porque el guion es de Patrick Ness, el autor del libro. Los cambios que hay son cosméticos y claramente hechos para hacer la trama más directa. De hecho, creo que el más grande es la eliminación de Lily, una amiga de Conor en el libro que él rechaza después de la enfermedad de su madre. En la película, Conor está aún más aislado que en el libro, y el actor que lo interpreta es muy bajito y flaco en contraste con los otros niños de su curso. Eso hace que Conor se vea aún más diferente, lo que contribuye a la sensación de aislamiento. El bullying también me pareció que era menos dominante que en el libro, donde lo mencionaban más seguido y los profesores tenían más presencia. En el libro también me pareció que el tema del bullying se perdía un poco cuando la mamá empeoraba, aparte de una escena casi al final en que Conor se deja controlar por el Monstruo y pelean con el matón principal. Es una escena muy fuerte, pero al final no lleva a nada. Aunque de nuevo, ni el libro ni la película tienen mucha resolución narrativa. Nos dejan muchas preguntas y cuestionándonos el sentido de la vida.

Y la respuesta que nos dan el libro y la película a la pregunta sobre el sentido de la vida es simple: no todo tiene un sentido o lógica con la que nos sintamos cómodos. La vida es desordenada, complicada y las cosas que nos parecen terribles en un momento pasan a segundo plano cuando algo peor pasa.

Ahora, en cuanto al Monstruo. Tanto en el libro como la novela, tenemos la implicación de que el monstruo no existe y que es una representación de los sentimientos angustiosos y negativos de Conor, como una especie de muleta psicológica que lo ayuda a procesar sus sentimientos. En la película creo que tiene un toque más sobrenatural, especialmente al final, cuando la madre mira al monstruo mientras abraza a Conor, que ha aceptado la realidad de la muerte y está listo para dejarla ir. También ayuda que el Monstruo en la película está doblado por Liam Neeson, que también aparece en una foto que implica que es el abuelo de Conor y que aparentemente está muerto. Esta idea de que el Monstruo es una especie de entidad sobrenatural también aparece cuando Conor ve una croquera de su madre cuando niña y en ella hay dibujos del monstruo junto a Lizzie.

Personalmente, creo que prefiero la versión del libro, en que el Monstruo es efectivamente parte de la mente de Conor. Pero creo que la ambigüedad que tenemos en la película también funciona para la narrativa, que definitivamente tiene un tono más surrealista que el libro. Esto se nota particularmente cuando el Monstruo le cuenta  las historias a Conor. En la película, Conor y su madre son artistas, es una de las cosas que comparten y los hacen tan unidos. Esto lo aprovechan durante las secuencias de los cuentos, que están animadas de una forma preciosa.

Creo que fueron de mis escenas favoritas.

En cuanto a adaptación, la película no toma muchos riesgos. Como dije antes, es correcta. Felicity Jones es la mamá y lo hace bien. Me gustó mucho Sigourney Weaver como la abuela, que es dura y sufriente a la vez. Y Lewis MacDougall estaba bien como el protagonista. Ahora, si la quieren ver, tengan pañuelitos a la mano porque es MUY triste y está en Netflix.

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