Voy a romper mi regla auto impuesta de sólo comentar libros que ya estén traducidos al castellano. En principio es por un tema de accesibilidad, ya que no todo el mundo lee en inglés o hay personas a las que les resulta más cómodo leer en castellano. Pero creo que este libro será traducido dentro de poco y lo amé tanto que no sé si puedo esperar a que salga la traducción.

Así que aquí va mi reseña.

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Todos los que me conocen saben que la mitología y literatura griegas siempre me han fascinado. Y si, además, tuvieron la fortuna de ser mis compañeros de curso en el colegio, también saben que la representación de las mujeres en estas historias me frustra mucho. #GraciasPatriarcado En la literatura griega, las mujeres suelen estar limitadas a roles secundarios (con la notable excepción de algunas tragedias centradas en personajes femeninos como Medea, Antígona o Electra). En la Ilíada en particular, las mujeres aparecen como esposas, madres o esclavas. También están las diosas, pero ellas no tienen las limitaciones de las humanas, así que por ahora las dejaremos de lado. Lo curioso es que, a pesar de ser personajes más bien periféricos, muchas de ellas tienen roles que son muy interesantes. Mi favorita personal siempre ha sido Casandra, la profetisa maldita, que predice la caída de Troya sin que nadie le crea.9780241983201

Pero la que siempre me ha intrigado es Briseida, la detonante involuntaria de los hechos de la Ilíada.

Este libro es precisamente sobre ella, lo que es claramente mi kriptonita. Si pudiera volver al 2007, se lo pasaría a mi yo de quince años para que lo gozara tanto como lo gocé yo a los 27.

Breve repaso de la Ilíada: en este poema épico se cuenta un episodio durante la Guerra de Troya, casi al final de esta. Cubre alrededor de 51 días, desde el secuestro de la hija de Calchas, Criseida, hasta los juegos funerarios de Héctor y Patroclo (creo que no es necesario marcar estos spoilers, ¿no?). No, no incluye la caída de Troya ni la muerte de Aquiles (que fue antes de la caída, diga lo que diga la película de Brad Pitt. De hecho, olvidemos que esa película existe).

De vuelta a The Silence of the Girls, este libro empieza un poco antes de la Ilíada, con el saqueo de Lirneso, una de las ciudades en el Dárdano que estaban aliadas con los troyanos. Briseida, la narradora y protagonista, habla del saqueo y cómo ella es entregada a Aquiles como premio por su valor en batalla. Como trofeo de Aquiles, es llevada al campamento griego a las afueras de Troya, donde es testigo privilegiada de básicamente todo lo que pasa entre los guerreros griegos. Sin embargo, Agamenón es muy idiota, y después de secuestrar a Criseida, hija de un sacerdote troyano de Apolo.

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Como ofender a un sacerdote de Apolo es ofender al mismo dios, una plaga cae sobre los griegos hasta que finalmente convencen al estúpido de Agamenón de devolver a Criseida a su familia. El problema surge cuando el cenutrio este decide que los griegos tienen que compensarle y exige a Briseida.

(Nota: Agamenón es lo peor y lo odio mucho. No sé si se me nota).

Y ya saben lo que sigue: Aquiles se pica y no respira abandona la batalla con sus 2.500 mirmidones. Que los griegos vean que sin él, no le ganan a nadie. Y bueno, sigue mucho drama y todas esas cosas, porque es la guerra de Troya y todo el mundo era muy intenso.

Pero por supuesto, Pat Barker va un poco más allá. Al contar la historia desde la perspectiva de Briseida, tenemos la posibilidad de ver cómo es la guerra para las mujeres afectadas por ella. En este caso en particular se centra en las víctimas, que terminan siendo esclavas y perdiendo a sus familias y hogares. Creo que una de mis secciones preferidas es cuando Briseida habla de los soldados troyanos asesinados por Aquiles en su furia ciega tras la muerte de Patroclo. Las muertes que menciona son brutales, pero también hay una parte en la que cuenta cómo eran esos soldados cuando pequeños, según lo contado por sus madres. Y eso me pareció muy interesante, porque cuando leí la Ilíada, nunca pensé en los guerreros teniendo vidas antes de la guerra. Sólo estaban ahí para ser matados por Aquiles.

Lo mismo pasaba con las mujeres, que estaban ahí para ser botines de guerra. Briseida, que tiene un discurso en la Ilíada (canto ALGO, después de la muerte de Patroclo), no tiene mucha caracterización más allá de ser una esclava de guerra. Aquí es una mujer casada en un matrimonio que no funciona del todo, pero tiene que vivir con eso porque es de la nobleza y la vida es así. Tiene hermanas, primas, amigas. Tiene deseos y frustraciones. Quiere vivir y quiere ser libre. Quiere que la guerra acabe. Quiere escapar.

Pero más allá de eso, el foco en los efectos de la guerra para las mujeres troyanas, que después de la guerra son repartidas como botín y llevadas a toda Grecia (algunas con finales más felices que otros #CasandraMerecíaAlgoMejor). Al final, aparte de Eneas y su grupito, ellas son las guardianas de la memoria de Troya y los soldados que cayeron con ella. A pesar de ser relegadas a los márgenes, ellas son quienes pueden contar la historia desde adentro. Y también se enfoca en cómo la guerra es horrible para las mujeres. Una de mis secciones preferidas en la Ilíada es cuando Príamo acude a Aquiles para recuperar el cuerpo de Héctor, que Aquiles lleva varios días maltratando como venganza a la muerte de Patroclo. En The Silence of the Girls, Príamo dice que está haciendo algo que ningún hombre ha hecho: besar las manos del hombre que asesinó a su hijo. Briseida comenta un par de líneas más abajo que ella está haciendo lo que incontables mujeres han hecho antes: abrir las piernas para los que asesinaron a su familia.

La última sección cubre los eventos de después de la Ilíada: muerte de Aquiles y caída de Troya, con las mujeres troyanas siendo esclavizadas por los distintos líderes griegos, y tenemos leves atisbos de lo que el destino les depara a cada una como esclavas. El dolor y la angustia de esas mujeres es parte de lo que lleva la trama y a los personajes a cuestionar la futilidad de la guerra y la desprotección de las mujeres en sociedades así de patriarcales, donde no son consideradas más que objetos o propiedades que muestran la valía de los hombres que las poseen.

Estructuralmente, hubo un detalle que me desconcertó un poco. La mayoría de los capítulos están contados desde el punto de vista de Briseida en primera persona, mientras que algunos están desde el punto de vista de Aquiles, pero en tercera persona. Mi problema es que están distribuidos a intervalos irregulares y tampoco estaban marcados de una manera diferente, lo que me desconcertaba un poco porque muchas veces Briseida hablaba en tercera persona y a veces no estaba segura de quién era el narrador en algunos capítulos. Soy de esas personas a las que les gusta una estructura clara y ordenada, así que habría agradecido que los capítulos en tercera persona se usaran para puntuar la narrativa principal.

Pero más allá de eso, el libro es un placer para leer. Las oraciones fluyen y la voz de Briseida es fuerte e interesante. Si les gustan las reescrituras de mitos, como a mí, este es perfecto. Si quieren esperar a la traducción, les puedo sugerir que mientras tanto lean La canción de Aquiles, de Madeline Miller, que cubre más o menos el mismo periodo. También tienen la opción de Penelope y las doce criadas, de mi favorita Margaret Atwood, sobre la mujer de Odiseo. Y esperemos que este lo traduzcan pronto porque es bacán.

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