Sarah Waters es una de esas autoras que me encantaría que fueran más conocidas en América Latina, porque es absolutamente fantástica. Todos sus libros están traducidos y publicados por Anagrama, así que en realidad no tienen excusa para no leerla. Escribe principalmente novelas históricas, aunque siempre tienen un giro inesperado, lo que las hace completamente adictivas. Si no fuera porque no sé cuándo va a salir el próximo libro suyo, ya me las habría devorado todas. Por el momento las estoy racionando, para no quedarme sin nada de Sarah Waters para leer en mucho tiempo.

Fingersmith (Falsa identidad, 2002) fue su tercera novela y forma parte de una trilogía temática que explora las sexualidades queer en el siglo XIX inglés. Explora temáticas relacionadas con el género y la posición de las mujeres en la sociedad, al igual que el erotismo, en contraste con el conservadurismo victoriano. Así que… ¿cómo será la película?

Nota: Habrá spoilers, lo siento. Es difícil hablar del libro o de la película sin entrar en las sutilezas de la trama.

La doncella (아가씨, 2016), es una película del director surcoreano Park Chan-wook basada en la novela, pero ambientando la acción en Corea en los años 30. La trama sigue básicamente la misma del libro, con ligeras diferencias que no cambian mucho la esencia del libro. Sook-hee (Sue Trinder en la novela) es elegida por el conde Fujiwara para ayudarlo en un plan que implica engañar a una heredera japonesa para que se case con él. Hideko, por supuesto, es menos inocente de lo que parece a primera vista. Su tío, quien la ha educado desde su infancia, se dedica a la venta de pornografía antigua y Hideko no sólo actúa como copista y organizadora de los textos, también los lee frente a un público de señores millonarios.

Si bien Sook-hee está complotando para engañar a Hideko, pronto se enamora de ella y por supuesto, el drama se intensifica. Porque Hideko y el supuesto Conde se fugan (con ayuda de Sook-hee), pero en lugar de meter a la heredera en un asilo, meten a la doncella. Sin embargo, resulta que todo era parte de un plan muchísimo más elaborado para robarse la fortuna y fugarse las dos juntitas.

Fingersmith tiene una estructura enrevesada y llena de detalles, que funcionan muy bien en el libro, especialmente por el tono de novela de Dickens que Waters usa para narrar. Tanto el estilo narrativo como la estructura y la trama le deben mucho al auto victoriano por excelencia. De hecho, cuando lo estaba leyendo, las últimas ochenta páginas me las leí casi de un tirón porque NO LO PODÍA SOLTAR. Es giro tras giro tras giro. En la película, la última sección está simplificada: básicamente, elimina un giro relacionado con las madres de Maud Lilly y Sue. En la película, las dos escapan con ayuda de la familia de Sook-hee y ya está. Es más limpio y menos dickensiano, por lo que claramente funciona mejor en la Corea ocupada.

A nivel de estructura, las dos versiones están divididas en tres actos: el segundo acto explicando elementos del primero y  ampliando la perspectiva. El tercero es el clímax de la historia, con las tensiones al máximo (NO PUEDO SOLTAR EL LIBRO). Chan-wook respeta la estructura de Waters, simplificando lo necesario para adaptar un libro de 548 páginas en una película de  dos horas y media. El resultado en la película es una narrativa igualmente compleja, que trabaja los temas de la duplicidad y el rol de las mujeres en la sociedad. Las dos protagonistas actúan como floretes la una de la otra. En Sarah Waters, representan el sistema de clases victoriano, mientras que en La doncella, las dos parecen representar la relación colonial de Corea y Japón.

Ya dije que la prosa de Sarah Waters toma ciertos elementos de Dickens y las descripciones que llenan el libro son maravillosas. Como Sue está actuando de doncella de Maud Lilly, hay un enfásis especial en las ropas que usan y las capas de telas que las cubren. En La doncella Park Chan-wook traslada eso a la pantalla con una atención a los detalles y al diseño de producción y vestuario que omaigosh. Los vestuarios de la Corea de los años 30 no son menos detallados y suntuosos que las sedas victorianas. Además, la casa en la que sucede todo (siguiendo la tradición gótica de las novelas victorianas), es MARAVILLOSA. Es una casa que mezcla el estilo inglés con el japonés, muy representativo de la ambientación, que es durante la ocupación japonesa de Corea. Todo el cuidado que Sarah Water pone en su prosa, Park Chan-wook lo pone en los detalles visuales, que son simplemente fantásticos.

Sí, ahora voy a entrar en los temas. Si consideramos que Sue y Maud Lilly en Fingersmith representan sus respectivas posiciones en el sistema de clases de la Inglaterra victoriana, tenemos que considerar que también son parte de una sociedad patriarcal. Si bien ambas pertenecen a clases sociales determinadas, al mismo tiempo comparte la opresión de ser mujeres en ese contexto. Ni Sue ni Maud Lilly tienen derecho a la propiedad, por ejemplo, y las dos están sujetas a las decisiones que los hombres en su vida toman (Sue un poco menos, pero sigue siendo un personaje subyugado a la autoridad masculina del Caballero). Lo mismo se puede decir de Sook-hee y Hideko, quienes tampoco tienen agencia en la sociedad colonial en Corea, por mucho que Hideko sea japonesa y heredera de una gran fortuna. El hecho de que el plan sea reemplazar a una de las dos jóvenes por la otra, muestra que en sociedades patriarcales, las mujeres son básicamente intercambiables, sin importar a qué clase social pertenezcan.

El juego de las dobles también sirve para destacar la dualidad del contexto en que ambas historias se desarrollan. Tanto Maud Lilly como Hideko parecen ser las perfectas señoritas que se espera de sus clases sociales, pero al mismo también han crecido rodeadas de pornografía. Las apariencias engañan. Sue y Sook-hee tampoco son lo que parecen, especialmente la segunda, que revela ser tan astuta como los demás personajes.

Es curioso mencionar que las dos parejas de mujeres terminan sus respectivas narrativas libres de hombres. Maud Lilly se vuelve una escritora de libros cochinos (en el que creo que es mi final favorito para una señorita victoriana EVER) y vive con Sue en la casa patriarcal en la que creció, reemplazando literalmente al patriarca con una versión curiosa de un matriarcado en el que las diferencias de clase también son eliminadas. No sabemos mucho del futuro de Hideko y Sook-hee, pero las últimas escenas de la película las muestran a bordo de un barco camino a China. Los dos hombres que las amenazaban están muertos y ellas pueden disfrutar de su relación y la fortuna de Hideko, lejos del control patriarcal. Las relaciones de estas mujeres subvierten tanto el orden establecido de la heterosexualidad y el patriarcado, como el sistema de clases y las relaciones coloniales.

Lo que me lleva a otro punto en relación a La doncella. Personalmente, la mayoría de las escenas de sexo en la pantalla o en libros me sobran. No por un puritanismo supremo de mi parte, sino porque siento que el 90% de las veces están ahí para vender y no aportan ni a la trama ni al desarrollo de los personajes. En el caso de Fingersmith, las escenas de sexo no me sobraron porque me parece que iluminan muy bien lo que pasa con los personajes y hacen avanzar la trama. Y son sexis, lo que no puedo decir de muchas otras escenas de sexo que he leído.

En La doncella, por otra parte…

No tanto. En la película hay tres escenas de sexo, de las cuales dos mueven la trama. Y estas dos son la misma escena desde dos perspectivas distintas. Si bien la primera vez que vemos la escena es un momento intenso y muy profundo entre los personajes, la segunda versión parece casi pornográfica. Creo que parte de la diferencia es que Sarah Water es lesbiana y la forma en que describe el sexo entre Sue y Maud Lilly parece tener un peso emocional y una relevancia a nivel de caracterización que Chan-wook, como hombre heterosexual, pasa por alto. Las escenas de sexo en La doncella parecen estar ahí para satisfacer a la mirada masculina, especialmente la segunda, que se extiende por un buen rato. Hay bastantes críticas a la forma en la que Park Chan-wook (y otros directores heteros) manejan escenas de sexo lésbico, hechas por personas más cualificadas que yo para hablar del tema (aquí encuentran un ensayo por una escritora que es efectivamente lesbiana), pero lo cierto es que es difícil ver estas escenas y no pensar que están hechas para exhibir a las actrices más que otra cosa. Chan-wook es un director muy preciso y las escenas que compone en esta película son preciosas, incluidas las de sexo. Pero creo que al mismo tiempo que muy estéticas, estas escenas son frías. Mientras que el sexo en el libro es cálido y apasionado, en la película estamos más concentrados en lo bonitos que se ven los cuerpos de las actrices como dobles la una de la otra.

Incluso con esas reservas, La doncella es la mejor adaptación de Fingersmith que he visto (también vi la versión de la BBC, que sigue la misma ambientación que el libro). Creo que Park Chan-wook entiende la sensibilidad de Sarah Waters y logra mostrar el juego de dobles y apariencias que vemos en la novela, en una película que es un festín visual. Altamente recomendable y disponible en Netflix Latam.

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