Sí, este blog todavía existe. Milagrosamente. Pero ya saben que me dejo caer aquí más o menos una vez cada tres meses con una reseña o una lista. Como estamos en plena #SpookySeason, ¿qué mejor que una lista de las obras góticas favoritas para leer en esta temporada?

Primero, quiero empezar por mi definición del gótico. Para mí el gótico no es tanto un género como un modo. Un libro puede ser un thriller gótico, o un romance gótico, o terror gótico. Incluso podría existir la comedia gótica (Northanger Abbey de Jane Austen es un ejemplo). Y por eso posiblemente es un estilo que puede aparecer en distintos lugares y contextos y es fácil reconocerlos como góticos. La clave para reconocer lo gótico es el aislamiento. En las versiones más clásicas, es un aislamiento geográfico que repercute en el estado de ánimo de los personajes y la forma en que se enfrentan al mundo. Pero el gótico puede aparecer en todo contexto y en todos los lugares. En versiones más modernas, cuando no hay castillos ni grandes casonas familiares, podríamos hablar de un gótico urbano de aislamiento social, con edificios abandonados y una estética centrada en la marginalidad (como en algunos cuentos de Mariana Enríquez). Pero el aislamiento y la decadencia pueden ser los elementos definitorios del gótico como modo y como estética. En los libros a continuación, de distintas épocas y contextos socioculturales, tengo una muestra de las posibilidades que nos entrega este modo literario.

Frankenstein, de Mary Shelley

Si bien el gótico es un género que existe antes de Mary Shelley (varias de las obras clásicas aparecen a fines del siglo XVIII y algún día hablaré de ellas), Frankenstein eleva este modo y aprovecha sus posibilidades, creando un género nuevo. Aquí el gótico aparece como el escenario para un conflicto cósmico entre una criatura y su creador, especialmente en lo que se refiere a la naturaleza. Como obra del romanticismo, las descripciones de la naturaleza son sublimes y las figuras de los personajes parecen empequeñecerse en estos escenarios. No sé que más puedo decir sobre Frankenstein que no haya dicho antes o que sea novedoso, porque es un libro de más de doscientos años.

Jane Eyre, de Charlotte Brontë

Seguimos con los clásicos todavía, porque el gótico tiene sus raíces en la Inglaterra del siglo XIX y para mí no hay nada que evoque más el modo gótico que una casona en la mitad de la campiña inglesa. Pero mi elemento favorito de este libro es la “loca del ático” y las formas en que Bertha aparece como una especie de doble de Jane, o un reflejo de los impulsos menos victorianos de la institutriz. Aunque Jane es una heroína bastante poco victoriana si pensamos en su incesante lucha por presentarse como una persona independiente e igual al señor Rochester, así que esos reflejos en realidad son paralelos. Bertha es Jane sin las posibilidades que se desprenden de las circunstancias específicas de Jane. Si hubiera crecido en un ambiente más privilegiado, Jane hubiera terminado siendo la loca del ático. Es un libro al que he vuelto una y otra vez porque creo que cada vez lo leo de manera diferente y el mundo victoriano es terrorífico.

Rebecca, de Daphne Du Maurier

En este blog, staneamos a Daphne Du Maurier, monarca del terror. Y por supuesto, si se trata de la temporada de terror, nada mejor que esta novela clásica de obsesión, identidad y lesbianismo subtextual. La narradora de esta novela es una mujer que acaba de casarse con un viudo y se muda a Cornwall con él, a una casa que parece estar embrujada por el fantasma (o el recuerdo) de la inolvidable Rebecca, la primera mujer de Maxim de Winter. Es un clásico por una razón muy clara: es una de las mejores historias sobre la memoria y la ansiedad que provoca en las personas. Rebecca es una presencia ausente a lo largo de todo el libro, pero eso basta para convertirla en uno de los personajes más inolvidables de la literatura gótica contemporánea.

The Magic Toyshop, de Angela Carter

Aquí estamos en los deep cuts de esta lista, porque Angela Carter (desafortunadamente) ya no es una autora muy leída, menos en español. Lo que es una pena, porque si alguien entendía la sensibilidad gótica es ella. Su gótico en esta novela es subversivo y auto consciente. Ante la muerte de sus padres, Melanie y sus hermanos son llevados a la casa de su tío, un juguetero siniestro, y su tía, una mujer callada víctima de la violencia constante de su marido. Y Melanie podría convertirse en una heroína gótica, pero su despertar sexual va de la mano con una rebeldía irreprimible que amenaza con consumirla por completo. Aquí tenemos varios elementos de la novela gótica tradicional, pero Carter las da vuelta y las examina atentamente para deconstruirlas de manera fascinante.

The Little Stranger, de Sarah Waters

Sarah Waters puede ser la maestra de la nueva novela gótica. Y si bien ha escrito varios libros que tienen elementos góticos, esta novela es la que más sigue las reglas del género. Ambientada en los años posteriores a la segunda guerra mundial, tenemos una casona antigua y posiblemente embrujada, en la que una familia en decadencia sigue viviendo a pesar de que ya no tienen los recursos para mantenerla. El joven doctor del pueblo (en pleno cambio al NHS), desde niño obsesionado con la casa, empieza a frecuentar a la familia y descubre que en la casa penan. Su relación con la familia y con la misma casa parece ser una de las claves para entender qué es lo que sucede ahí y cómo van a cambiar las vidas de todos los involucrados. Puntos extras porque tiene una de las escenas de penadura más terroríficas que he leído en mi vida.

The Turn of the Screw, de Henry James

Henry James es más conocido por sus dramones de aristócratas gringos en Europa (que yo amo profundamente), pero diría yo que esta novela corta perfectamente puede ser el libro más leído de este autor. Al menos yo personalmente conozco a más gente que ha leído este libro que quienes han leído Retrato de una dama. No me sorprende, la verdad sea dicha. Es uno de los textos canónicos del género del terror y tiene todos los elementos necesarios para considerarla una obra gótica: una gran casa misteriosa y aislada, una heroína joven que busca descubrir la verdad sobre este lugar y la posible existencia de fantasmas. La ambigüedad propia de James adquiere en esta novela corta un tono siniestro y misterioso, mientras la institutriz protagonista duda sobre la existencia de los fantasmas y su influencia sobre los niños a su cargo. Suficiente para ponerle a cualquiera los pelos de punta, ¿no? La elegante prosa de Henry James logra transmitir el terror de sus personajes y los espacios que habitan de una manera que he visto pocas veces.

La última niebla, de María Luisa Bombal

No sé si hay mucha gente que considere a María Luisa Bombal como una de las precursoras del gótico en Latinoamérica, pero La última niebla es un libro en que el aislamiento de la protagonista es el elemento central de la trama. Si bien no tenemos una mansión ancestral, la casa a la que la narradora arriba en las primeras páginas si parece ser una mansión familiar en decadencia. La naturaleza, en la forma de la lluvia, está permanentemente asediándola y la narradora no parece tener amigos cercanos ni familiares, ni siquiera su marido parece querer tener una relación con ella. Así, el ambiente gótico es el espacio en que se desarrolla esta maravillosa novela sobre frustración y deseo (y deseos frustrados), y es una perspectiva diferente sobre esta novela que vale la pena tener en cuenta para leerla.

Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor

Si podemos hablar de gótico latinoamericano, creo que Temporada de huracanes es un libro que encaja perfectamente en esta categoría. Es una novela extremadamente violenta, que empieza con un grupo de niños encuentran el cadáver de una mujer en un arroyo. Esta mujer es la Bruja, que vive a las afueras del pueblo y es una figura que provoca miedo y sensaciones encontradas entre sus habitantes. El aislamiento no sólo la afecta a ella, sino a todos los demás personajes: hombres que reprimen su sexualidad no normativa, mujeres que escapan de la violencia. El gótico aquí va de la mano con la violencia a la que se ven sometidas las mujeres y quienes no encajan en la sociedad patriarcal que los rodea, quienes son aislados y se encuentran sin recursos ni compañías a las que recurrir. Fernanda Melchor no se corta un pelo a la hora de escribir sobre las formas más cruentas imaginables de violencia, pero al mismo tiempo, logra descubrir la belleza escondida en ese mundo doloroso y duro.

Beloved, de Toni Morrison

Probablemente esta es la novela más conocida de la ganadora del Nobel de 1993 y es una joya para hablar del rol del racismo y la esclavitud en una nueva estética gótica. Después del fin de la esclavitud, una familia de personas liberadas vive en una casa, el número 124. El número 124, dice la primera línea, era malvado, lleno de “veneno de bebé”. Hay algo que merodea por ahí, y Sethe está convencida de que quien la pena es el espíritu de su hija mayor, a la que ella misma asesinó porque no quería que fuera víctima de la esclavitud. Hasta que un día, uno de sus antiguos compañeros de plantación las ayuda a limpiar la casa del espíritu y al día siguiente, una mujer que se hace llamar Beloved aparece en la puerta de la casa. La narración se balancea en la ambigüedad de si esta mujer es la niña muerta, encarnada y envejecida de alguna manera que no se puede describir. El trauma y el dolor de la esclavitud son parte de lo que separa a Sethe y a su familia del resto del mundo, de sus vecinos que buscan empezar de nuevo y ser parte de una nueva sociedad. Toni Morrison usa su pluma para revelar todo esto, en un terreno que es incómodo porque la historia de la que se aferra es incómoda, es cruel, es dura. Una de las obras maestras del gótico contemporáneo, por parte de una de las escritoras más fascinantes de nuestra época.

We Have Always Lived at the Castle, de Shirley Jackson

Si alguien es la reina de la spooky season, esa es Shirley Jackson. Siempre hemos vivido en el castillo es una de esas novelas que te sorprenden desde la primera página: la voz de Merricat te golpea desde la primera página y te atrapa para contarte la historia de dos hermanas que viven encerradas en un castillo (o una casa antigua, posiblemente una mansión de esas de tipo victoriana tan populares en una época en Estados Unidos), con una tragedia en su pasado. Sus padres y casi todo el resto de la familia murieron en sospechosas circunstancias, lo que hace que la gente del pueblo desconfíe de las dos hermanas y que la mayor, acusada de los asesinatos, se esconda en su casa y no salga. Cuando algo amenaza la precaria paz de las hermanas, las tensiones suben en cada página. Shirley Jackson es una de esas escritoras a las que todo el mundo debería conocer, con libros que no sólo son icónicos, sino que también son una delicia para leer. Absolutamente recomendado para cualquiera que quiera disfrutar de una de las mejores novelas góticas del siglo XX.

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